jueves, 2 de julio de 2009

HECTORVELIZPM

HECTORVELIZPM

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  1. DEL LIBRO: LOS DUEÑOS DE LA CIUDAD


    WENTRU

    Cuando hablamos de los grandes cambios sociales, solemos asociarlos a líderes políticos que han decidido el destino del hombre; pero la verdad que ocultamos, es la cacería humana bajo esas fuerzas del mal. En los años 60, Wentru, conocido vendedor de diarios, hijo de aborígenes avecindados en la ciudad de después del terremoto que azotó la zona, aprendió a escribir UXP, que en su ingenuidad de campesino lo convirtió en un símbolo de esperanza… La reputación de revolucionario que se ganó Wentru en aquellos días, le hizo marchar más tarde a las mazmorras de la venganza política.Pero lo que más gravitó sobre Wentru, fue tal vez su ignorancia de lo que vendría: la violencia, el prejuicio y la persecución. Estos últimos golpes de la realidad política lo hicieron trastabillar para siempre: se convertiría en un paria en su propio mundo. No aprendió a leer - aprender sólo tres letras casi le cuesta la vida-, nunca le dieron trabajo, lo convirtieron en el hazmerreír del revolucionario analfabeto, y peor aún, fue declarado enemigo interno por el Consejo de Seguridad Nacional. Lo mantuvieron fichado durante años sin darle tregua en ningún momento. Él simbolizó lo que le podría pasar a cualquier aborigen que en adelante, intentase involucrarse en política; además, de lo peligroso que es escribir y manifestarse por la libertad. No sólo lo castigó su enemigo político, también fue ignorado por aquellos que le enseñaron UXP; de esta manera, su tragedia personal fue un claro mensaje dirigido a los pobres analfabetos y a los aborígenes que se estaban avecindando en la ciudad. Si nos adentramos en las comunidades aborígenes y en consecuencia, pobres, la experiencia de Wentru les debió llegar como una advertencia que sin duda les hizo sentirse como animales acorralados… Es probable que se diga que no desapareció y que se le otorgó la libertad, pero esa libertad del hombre que vive en una sociedad que lo discrimina no es una maravilla precisamente. Así como este personaje anónimo, pero muy conocido por su generación, hay experiencias traumáticas que no aparecen en las actas judiciales, ni hay recompensas por la violencia política sufrida, ni viajes a universidades extrajeras. Este hombre que llegó a la ciudad y creyó en los símbolos de participación ciudadana - llámese partidos políticos- no sabía entonces que había ingresado a la espiral de violencia y crímenes extendida por toda Latinoamérica, como una respuesta armada de los Estados contra un presunto enemigo interno. Wentru, si actualmente vive, nunca mejoró su situación, jamás ningún organismo de los Derechos Humanos le ha preguntado acerca de su experiencia. Ni siquiera está en las estadísticas, no existe; vive el exilio sin haber salido jamás de su tierra. Su figura tal vez no sea digna de ningún historiador, pero pone de manifiesto la indignidad del tiempo que compartimos: la lucha política que utilizan los poderosos para aterrorizar; y por el temor, destruir y controlar a los hombres humildes. La política latinoamericana tiene muchas formas de aplicación: promover la violencia, institucionalizar la ignorancia, generar desempleos y malos salarios, y sobre todo, acosar a los pobres, negándoles salud, educación, vivienda. Toda esta lacra de los dueños de la ciudad ha soportado Wentru, ese anónimo peligro para el Consejo de Seguridad Nacional.

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