jueves, 22 de octubre de 2009

TRANSICION PERMANENTE

CHILE: UNA TRANSICIÓN PERMANENTE



El año 1979 cuando emprendía mi viaje a la Patagonia, primero tuve que pasar por la Trapananda (Región de Aysén y Coyhaique). En esa oportunidad hice la travesía desde Quellón hasta Aysén en un transbordador de Navimag, junto a un grupo de personajes que vestían a la usanza de los pioneros de las películas del Viejo Oeste; es decir, blue jeans y camisa de franela, similar a una serie de televisión norteamericana (La pequeña casa en la pradera) muy en boga durante los primeros años de la Dictadura Militar Chilena.
Conversando con estos pintorescos personajes, me enteré que ellos, con sus atuendos suaves y perfumados, iban a colonizar la Región del General Carlos Ibáñez del Campo (otro bienamado dictador de la oligarquía chilena). Para ese propósito, el Gobierno de facto, una vez más había arrebatado a los descendientes mapuche-williche, las tierras que estos habían colonizado desde cuando fueron ferozmente perseguido durante la Pacificación de la Araucanía (1881-1888). Aquellos indígenas y mestizos chilotes habían habilitado parajes y senderos para el ganado; y algunas villas que hacían más soportables la vida en esas soledades. De cualquier manera, los “nuevos colonizadores”, contaban con el apoyo del Ministerio de Tierras y Colonización para llevar adelante su cometido…Muchos de aquellos hombres - en esa primera oportunidad de reconocimiento no viajaban mujeres - eran tipos citadinos que habían dejado la oficina y gracias al panorama que les ofrecían en plena primavera, porque era Noviembre de ese año, habían emprendido la travesía, pensando naturalmente que así era siempre el buen tiempo que les esperaba. Cualquier otra opinión sobre la naturaleza cambiante del clima y los tiempos, les habría parecido una canallada, de manera que marchaban cantando viejas canciones de la tradición ranchera.
Yo a mi vez continué mi trayecto a la Patagonia Chileno-Argentina, Punta Arenas, Las Torres del Paine, Rio Gallegos, Santa Cruz y otras partes, un periplo que finalmente me trajo de vuelta a la Región Williche; esto es, desde la ciudad de Valdivia hasta Chiloé.
Finalmente cuando llegó la Transición a la Democracia (actualmente podría argumentar que nos encontramos en la etapa de la “transición permanente”), es decir, después de 10 años, incluyendo el fin de la Guerra Fría y la Celebración de los 200 años de la Revolución Francesa, finalmente me enteré por un programa de la Televisión Chilena, que esos pioneros de película habían fracasado; pues, la mayoría, durante el primer invierno, tuvo que salir huyendo de la nieve, del trabajo de arriero y agrícola que desconocían; y que sólo habrían quedado aquellos que no tuvieron los medios para regresar a la Ciudad de Santiago de Chile, de donde procedía la mayoría de estos aventureros.
Una vez más o tal vez porque no eran extranjeros, sino unos especimenes pobres de la congestionada ciudad de Santiago de Chile - con sus protestas y crímenes de Estado - el Gobierno los “exilió” prácticamente, y muchos de ellos dejaron abandonadas esas tierras y otros, tal vez los más habilidosos, encontraron compradores interesados y quizá muy pocos tuvieron éxito; eso no lo sé muy bien; pero como quiera que sea, en general, esa acometida colonizadora tuvo un solapado fracaso que los negocios de la Dictadura mantuvieron muy apartado del conocimiento público.
Posteriormente el Gobierno expropió esas tierras a los colonizadores ancestrales y se las vendió al magnate gringo, Douglas Tompkins (o como se llame). Y desde entonces, en estas tierras, la presencia humana prácticamente ha desaparecido. Dicen que Tompkins estaría protegiendo a la Naturaleza, pero a la mayoría de la gente más le parece la fortaleza de un territorio norteamericano. Algún día vendrán los mariners a repartirse la Patagonia como una extensión más de California, argumentan con fruición los pesimistas constructivos.
Los más optimistas piensan que un día no lejano, la Araucanía y la Patagonia se van a levantar como un solo puño y se va autodenominar La República Independiente de la Patagonia, tal como lo soñó el ciudadano francés, Orièle Antoine (1825-1878) quién se esforzó desesperadamente en crear un reino al interior del Wallmapu- territorio mapuche- (1860), cuyo reconocimiento de su Independencia Política y Territorial había quedado establecida en el Tratado de Killín (5 Enero 1641); mediante el cual, el Imperio Español reconocía la Autonomía de la Nación Mapuche.
Pero, en fin, el Consejo de Seguridad Nacional del Estado chileno, gracias a su sistema de defensa prusiano, ha sabido mantener las fronteras protegidas, más allá de los intereses de la ciudadanía, en beneficio del capitalismo internacional. Para entender esto último hay que pensar como un fascista neoliberal y actuar como un patriota nazi; rezar a Jesucristo y más encima creer que vivimos en la mejor de las democracias del mundo latinoamericano.



Héctor Véliz Pérez-Millán
Escritor

2 comentarios:

  1. siempre estuvieron en venta nuestros paises; los paises se venden con nosotros adentro. Siempre fue una ganga el sur del continente. Se debe tener una enorme avaricia para ir/venir tan lejos a chuparnos el futuro.

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  2. Jajajaja, además en tu crónica hay ironía. Pues nosotros estamos revendidos, no solo vendidos. Y no se respeta el subsuelo de los índigenas. Abrazos

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